Náuseas

Entre la comparecencia de Trillo después de conocer la sentencia del Yak-42 (ni dimite ni pide que se lo trague la tierra), lo de Camps de ayer (¡tío paco, tío paco!) y hoy (espectáculo en las puertas del juzgado) no me deshago de un regusto amargo berlusconiano que me tiene el estómago dando brincos como si viajara en el Atlantis, náusea sobre náusea.

Los cuellos de las camisas de Costa "el Engolado", el mostacho dieciochesco de "el Bigotes", la deriva italianizante a la que nos arrastra la derechona encarnada por las fundaciones de Esperanza, Esperanza, sólo sabes bailar cha cha cha, la torva mirada del pequeño Gran Líder que coadyuvó a hundirnos más en la crisis y ahora saca libro + pecho diciendo que él sabe como salir de ella, etc.

Demasiado para el body. ¿Qué pretenden? Que caigamos fulminados bajo la lluvia dorada de los salivazos de Rajoy, o quizá anestesiarnos bajo tal cúmulo de zurullos para que, una vez convenientemente alelados, nos volvamos pasotas que hartos por el hedor que la política desprende, metamos a to quisqui en el mismo saco y nos desvinculemos del seguimiento de la cosa pública, dejando el terreno libre, abonado para sus mangancias y exabruptos.

Si -asqueados- optamos por no participar ni denunciar, sólo es cuestión de tiempo que los berlusconis locales se hagan con las riendas. Primero laminarán a lo que quede de izquierda dejándolo en mode residual on, luego el turno será para la sociedad civil, en España bastante más débil que en nuestro entorno. No quisiera exagerar, pero tirando de refranero: cuando las barbas de tu vecino veas quemar, pon las tuyas a remojar.
Aún no es todo un país como ocurre en Italia, pero en muchos sitios los aprendices de cavaliere ya están en el poder, y al paso que va la burra...