Don de fluir

Me desperté medio sonámbulo, hambriento fui hasta la nevera buscando algo que llevarme a la boca, sólo había fruta.
Con el gaznate reseco por el tabaco, la ingesta de fresas y cerezas supuso para mi paladar una fiesta sorpresa. No digamos ya con las cápsulas de granada, ya peladas en una bandeja, mi lengua absorbente hacía de imán, me las comí a puñados...hasta que las papilas gustativas me devolvieron el sabor de los sueños golosos, del carnaval de los sentidos. Devoré cuanto pude compulsivamente, hasta quedar ahíto y calmo.
Aún era pronto, me volví a la cama pero ya no pude dormir.