Cheque en blanco
Con la crisis ecónomica de fondo (pestiño oigan) llevo unos días leyendo y escuchando en todos los medios de comunicación, incluso en blogs, la misma monserga relativa a las medidas para calmar y/o reactivar la confianza en los mercados financieros: que si la Reserva Federal ha inyectado tropecientos mil millones en el mercado, que si el Banco Central Europeo ha inyectado chiquicientos mil también, que si -por sus partes- el Banco de Inglaterra y los reguladores nipones tres cuartos de lo mismo.
Todos inyectando a saco.
Y digo yo, ¿cómo demonios lo hacen? ¿por vía intravenosa lenta o intramuscular profunda?¿quién pone las nalgas? ¿han notado ustedes algún pinchazo últimamente?
Ítem más ¿quién coño maneja el émbolo? ¿Nos podemos fiar de estos compasivos practicantes dedicados a bombear grandes dosis de ortodoxia económica sin adulterar a este puñetero yonkie que es el mercado?
Vaya usted a saber donde acaban esas cifras mareantes de millones, me temo lo peor, me temo que en las mismas manos que antes con su avaricia han provocado estos bajonazos.
Mientras tanto los tertulianos fariseos y la prensa en general poniendo boquita de piñón cada vez que mientan al profeta del becerro de oro, como se les llena la boca con la palabra m-e-r-c-a-d-o, dios de dioses.
Lo suyo sería que en vez de inyectar compulsivamente esas sumas, le dieran al mercado lo que se merece, un sucedáneo, una metadona dineraria con efecto placebo. Billetes del monopoly, cheques de mentirijillas.
Total, ni ustedes ni yo vamos a ver un misero duro.
No se apuren, es preferible ser dueño de un duro que esclavo de dos.
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